Jorge Esteban, tenía los ojos fijos en la pantalla de su computador. "Navegaba" tres horas diarias visitando los sitios o páginas Web a través de los "buscadores".
Cansado de "chatear" fue a curiosear en el librero que tenía su papá en un rincón del living de su casa.
Tomó un pequeño libro titulado "La leyenda del Cholo Gatica". En más de una ocasión - recuerda – vio a su papá leer ese libro. Lo abrió y se encontró con una nota escrita en caligrafía antigua. Sonrió. Era la letra de su papá y se podía leer lo siguiente: "un recuerdo de Carlos Hernández, compañero de trabajo. Viña del Mar 1962".
Volvió a su pieza y sentándose nuevamente frente a su computador, siguió escuchando al grupo Limp Bizkit que tocaba el tema "Nookie". Recuerda que se lo regaló su papá para su cumpleaños. Era el primer regalo en el cual su papá "gastó tiempo" en investigar cuál grupo le gustaba más y cuáles eran sus temas preferidos. Pensaba que, entre el computador de última generación que le había regalado y el disco compacto del grupo Limp Bizkit, valía para él, mucho más, el disco que había insertado en el computador.
Se recostó en su cama, sin antes ordenar un poco la ropa que tenía sobre ella, y comenzó con la lectura.
Don Felipe es un hombre muy recordado. En su pueblo es una leyenda viva.
Cada noche de un año nuevo, se habla y se hace un brindis en memoria de don Felipe, el Cholo Gatica. Le decían " cholo " porque era de piel muy oscura.
Cuando se cumple un nuevo aniversario del gran incendio del año 1890, se termina hablando del Cholo Gatica, de sus discursos, de sus campañas de solidaridad que realizó para los más afectados.
Fue muy cierto que se repartió todo lo que se logró recolectar: techumbre, frazadas, cocinas y las típicas cosas que la gente entrega para esas ocasiones y, aprovecha de deshacerse de todo lo que no usa, o de todo lo que hace pequeño el ropero del dormitorio de los niños o el " cuarto " de afuera.
Fue muy cierto, que el Cholo Gatica fue el más celoso y estricto en la entrega de las donaciones. Fue muy cierto, que cuando ya habían terminado de entregar todo lo recolectado, Él buscó y buscó su parte, porque su pequeña casa - que había ampliado para que durmieran mejor sus dos hijos - se había incendiado en parte y algo alcanzó a salvar.
Fue muy cierto que a él nada le tocó. Fue muy cierto que su señora, doña Herminia se enojó muchísimo y que lo dejó durmiendo en el patio, en una carpa de campaña, durante casi una semana.
Nadie - a propósito de doña Herminia - sabe por qué se fue de casa un día de madrugada y lluvia. Dicen que se fue con don Bartolo que venía de afuera a vender ropa y perfumes, quien nunca más vino a Maturana a vender y cobrar los créditos que le debían.
Cuando se celebra el 18 de septiembre, se termina haciendo un brindis por el Cholo Gatica. Se comenta que fue él quien armó la primera ramada del pueblo. Que fue a él, a quien se le dio vuelta el cacho de chicha sobre los generosos y desarmados pechos de doña Tita, la esposa del Alcalde.
Cuando comienza el campeonato "de Campeones", a estadio lleno, antes del pitazo inicial, se recuerda al Cholo Gatica que, según dicen, se consiguió una buena semilla, que sembró solo toda la cancha, que " paró " los arcos con madera donada por las monjitas de la Caridad.
Todos los años al iniciar el campeonato, donde viene mucha gente de comunas vecinas, se recuerda al Cholo Gatica con un minuto de silencio, donde también se tributa honor a la memoria de Saúl y Humberto, sus dos hijos que pertenecieron a la división de honor del equipo "Los victoriosos" de Maturana. Ellos fallecieron en año 50 trágicamente al volcar el tractor que uno de ellos conducía en estado de ebriedad. No queda nadie como testigo de todo ello, salvo un nieto solterón y alcohólico de unos 52 años. Él, por así decirlo, garantiza en parte la leyenda, guardando celosamente las fotos amarillas de su abuelo, que luce con mucho orgullo colgadas en el living de su casa.
Cuando suenan las campanas de la Parroquia San Felipe Neri - en honor a un santo italiano - para llamar a la misa de las doce, la gente se santigua recordando al Cholo Gatica que se consiguió la campana en una maestranza de ferrocarriles en la capital. Y, mirando la torre del campanario, todavía se preguntan cómo pudo quedar vivo después de caer de una altura de mas de 15 metros arrastrando vigas y andamios.
La escuela "Libro Abierto" tiene dos patios: el primero, conserva un trozo de muralla de adobe que - al igual que en Maipú se conservan un par de paredes del antiguo templo con olor a patria vieja, a los hermanos Carrera, Manuel Rodríguez, O'Higgins, San Martín - sostiene entre paja y barro una placa de bronce donde se puede leer lo siguiente:
"Felipe Estalisnao Gatica Cuenquén
fundador y benefactor de la primera escuela de
Maturana Libro abierto"
( 1860 - 1930).
El segundo patio, llamado el patio de los llorones, tiene casi al fondo un busto con su rostro muy trabajado en bronce y pintado de negro.
Con insolencia histórica pero, con verdad tomada de la leyenda, bajo su busto hay un recordatorio que reza así:
"En homenaje al Cholo Gatica,
Fundador y benefactor de la escuela Libro Abierto"
"Sus hijos y nieto. Maturana marzo de 1931"
El Cholo Gatica era pampino de nacimiento. Había nacido en una de esas casas añosas de madera noble de las salitreras.
Era muy bueno para caminar, ejercicio que había realizado desde pequeño junto a su abuela que lo crió hasta que fue sepultada en un cementerio de un cerro de Mamiña. Allí estaban sus raíces.
Sus padres también habían nacido y descansaban en el cementerio ubicado en el cerro del Inca de esa quebrada silenciosa y aislada entre montañas y desierto a varias horas de Pozo al Monte.
El Cholo Gatica era de estatura baja, de un metro y cincuenta y cinco centímetros aproximadamente, de contextura gruesa, piernas cortas y musculosas. Sus brazos eran un par de tenazas y sus manos no guardaban relación con el resto de su cuerpo por lo grandes y gruesas que eran.
Maturana toda recordaba que el Cholo Gatica decía de sus manos mirándolas con cariño y orgullo: "mis manos son como el salitre, generosas, ayudan a florecer y crecer y son para dar vida"
Según dicen, su mirada era muy fuerte. Bajo esas cejas muy pobladas y tiesas pestañas había dos ojos negros, pequeños pero que, al enfrentarlos era como mirar directo al sol tras salir de una pieza oscura.
Dicen, además, que su voz ronca y gruesa era escuchada a dos cuadras cuando se enojaba y a seis cuando se reía.
Dicen que era un hombre pícaro, enamorado, de pocas pero sabias palabras.
Dicen que nunca le vieron borracho. Él invitaba y hacía tomar a los demás para pedirles un favor o empeñar la palabra de algún vecino incauto antes que cayera de tanto tomar, en la calle. Dicen que así conseguía dinero para algunas obras sociales. Dicen que nunca se quedó con algo de dinero para él.
Hoy, la escuela de Maturana celebra un aniversario más de su fundación e historia. Tiene 128 alumnos en total. Una matrícula más generosa que años anteriores ya que su fama, por la calidad de la educación, traspasó los límites geográficos del pueblo de Maturana.
Hay gran expectación porque vienen de Santiago unos artistas que se escuchan por la radio.
Los maturanenses, son desde hace tres años muy entusiastas de los radio teatros. Junto a un receptor se reúnen hasta veinte personas para escuchar las radio-novelas que son un gran deleite y motivo de conversación para todo el día siguiente. Lo que se llevó el viento, la tercera oreja eran los preferidos.
Nadie sabe si la expectación es por los artistas que solo eran conocidos por su voz y por los papeles que les correspondía leer o por la obra que ellos representarían arriba en un escenario adornado con muchas luces, flores, cortinas, cuadros y arreglos que fueron especialmente mandados a confeccionar con más de dos meses de anticipación en un sector de la estación Mapocho.
El Cholo se haría presente en la escuela "Libro Abierto" de Maturana, donde siempre y en cada acto solemne se decía que había sido fundada por él, para que fuera cuna de los hombres de bien, de los trabajadores, los profesionales, los curas, las monjas, los políticos, los presidentes de la república y mucho más.
"El regreso del Cholo Gatica" anunciaba un tremendo lienzo colgado entre los árboles de la frondosa plaza.
Si en ese momento hubiese asistido un periodista con gran espíritu crítico y de análisis del comportamiento de la gente, seguramente habría tenido un gran desafío y tarea. ¿Sobre qué basaría su reportaje? ¿Sobre la ansiedad y expectación de la gente por conocer los rostros de sus "ídolos" del receptor? o ¿sobre el nerviosismo y orgullo de poder ver actuar a los artistas representando la vida del Cholo Gatica?
La gente estaba dividida. Unos querían ver y conversar de cerca con los "locutores" y artistas y disputaban el lugar para poder verlos. Otros querían que el tiempo pasara rápido, muy rápido para gozar de la obra de teatro. Esos, son los que están sentados guardando celosamente el lugar para su amiga(o) o pariente.
El Director del colegio don Alberto Morales, a las 19 horas de ese sábado ya había estrujado tres pañuelos en sus nerviosas y ansiosas manos. Aún faltaban dos horas para el inicio del acto de aniversario y había problemas con la amplificación, porque un apoderado del Centro General de Padres había prometido unos equipos de primera y, a última hora avisó con su hijo que el contacto le había fallado.
Don Alberto entre carreras, llamadas telefónicas (después de varias vueltas a la manilla del magneto) e histeria dicen que prometió que Juanito Espinoza no sería admitido el próximo año en el colegio por culpa de su padre irresponsable que prometió aparatosamente y se excusó en forma silenciosa sin dar la cara. Eso dicen.
Dicen que al saberse la noticia, doña Clara, la tesorera del Centro General de Padres, fue a la casa de Juan Espinoza y le gritó desde la puerta de calle que era un irresponsable, un fresco, cobarde y abusador con su niño, que era un tal por cual y muchas cosas más. Dicen que doña Elisa, la mujer de Juan salió con sus manos mojadas con lavaza y que ambas se tiraron de todo y, a viva voz. Eso dicen.
Todo esos sucesos se lo decían a don Alberto, el Director, que entre cuentos y trabajadas llamadas telefónicas consiguió con el Alcalde, Don Julio, un equipo de amplificación a última hora.
Se sentó agotado y gimiendo exclamó:
¡Todo por tu culpa Cholito Gatica!..
¿Cómo que por culpa de don Cholo Gatica, don Alberto? - preguntó escandalizada doña Teresa, una viejita flaca con un moño en la nuca que vestía un delantal azul y que sostenía nerviosamente una escoba en la mano derecha.
¡Mire, señor director! ¡Gracias a don Cholo somos lo que somos! Recuerde que usted se educó en la antigua escuela "Libro Abierto" ¿ya se olvidó de esos tiempos?
¡Calma! ¡Calma mujer! ¡Vete! ¡Anda a mirar cómo van los preparativos en la cocina para atender a los artistas y déjame solo! - respondió el director a quien nunca habían visto enojado.
Tras sentir que doña Teresa cerró la puerta de la oficina, se relajó en su sillón y cerró por unos instantes los ojos.
A su memoria volvieron los días lunes cuando era niño. Cursaba el sexto básico y se vio con pantalón corto y con suspensores. Su overol, café claro lleno de botones, colgando cuidadosamente en su brazo izquierdo. Con su mano derecha sostenía la pesada maleta de cuero llena de cuadernos y libros. Dentro - recordaba - tenía mas de 100 bolitas de barro bien pintadas y la "marraqueta" que su mamá le daba envuelta en una servilleta de género con su nombre bordado. Siempre comía pan con carne en los recreos. Recuerda lo aburrido que estaba de comer siempre lo mismo.
En la formación de todos los días, se ubicaba en el tercer lugar de la fila derecha, detrás de Franklin Luza su compañero de banco que ahora es cura en Iquique y, frente al Flores que es un empresario.
Cantaban la canción Nacional y después escuchaban un discurso repetidísimo de la señora Elcira "tarro" Araneda, la directora. Ella era dueña de un tremendo vozarrón, pedía un minuto de silencio por el eterno descanso de don Cholo Gatica y recordaba lo bueno que había sido y las cosas que había realizado en bien del colegio y de la gente.
¡Señor Director! ¡Jefe ¡Jefe! ¡Llegaron los actores que faltaban y la amplificación está lista...!
Señor Director ¿Me escuchó?
Gilberto Carrasco, el inspector, se acercó con sus ojos bien abiertos, sostenía bajo el brazo derecho una carpeta llena de hojas desordenadas con el guión de la ceremonia. Le tocó suavemente el hombro izquierdo despertando al cansado director.
¡Don Alberto! ¿Qué le pasó? - preguntó alarmado el inspector.
¡Nada! ¡Nada! ¡Estaba recordando tiempos idos y me quedé dormido!
¡Santo Dios! ¿Qué hora es? - preguntó ya posesionado de las dimensiones espacio y tiempo.
¡Son las 19:30 horas don Alberto! - respondió el inspector.
¡Don Alberto! – continuó con la información el inspector - ¡Llegaron los actores que faltaban y la amplificación está lista!
¡Bien, bien! ¡Menos mal que el Cholo Gatica del cielo nos está ayudando! - suspiró más calmado el director.
Salieron de la oficina para recibir a los actores invitados, eran en total seis personas. Se impresionó ver el patio grande de la escuela totalmente colmado de gente. ¡ Es increíble la curiosidad de la gente! - Exclamó el director.
¡Increíble cuánto quieren y recuerdan al Cholo Gatica! – agregó el inspector con cierto tono de voz ida.
Muy pronto todos verían el fruto de un enorme esfuerzo. Entrevistas, testimonios, fotos, noticias rescatada de añosos diarios, una recopilación de cuentos y dichos del Cholo Gatica. Cuentos y dichos que toda la gente comenzaba de la siguiente manera : "Dicen que...". Se trabajó mucho en la recopilación, en los análisis y posterior selección. Un trabajo digno de destacar.
El comité que se nombró con mucha solemnidad en el salón de honor de la municipalidad, prestó juramento de buscar la verdad por sobre la leyenda. Juraron ante la presencia del padre Cristóbal.
Hoy, todo ese esfuerzo estaba a punto de salir en escena encarnado por voces famosas.
La gente mostraba su encanto o desencanto al mirar a los dueños de esas voces que inundaban los hogares y la imaginación tarde a tarde, día a día. Eran voces que acortaban las tardes lluviosas y las noches largas y tediosas de soledad.
Eran voces que unían a las familias, a los amigos. Voces que despertaban toda clase de sentimientos.
Lo interesante fue la reacción de los varones al conocer a la "dueña" de una voz dulce, dulcísima, que hacía imaginar a una mujer espectacular, hermosa, llena de dotes físicos. La dueña de esa voz dulce y cálida, era una mujer baja de unos cincuenta años y aproximadamente de unos ochenta kilos. Su cabeza compartía cabellos color negro y blanco.
Interesante, el tiempo que los varones tardaron en asumir la fantasía física que ellos habían creado.
Interesante el observar cómo, en las mujeres, se producía el mismo fenómeno.
Llamó la atención un gigantón que era el "dueño" de una voz de joven treintón. Debe haber pesado más de ciento veinte kilos repartidos en su metro noventa de estatura. Era dueño de una barriga muy desarrollada y de una calvicie muy avanzada. Era la voz del jovencito de todas las obras románticas. La voz del hombre que sufría o del hombre persuasivo, encantador, el que conquistaba y hacía sufrir, suspirar y soñar a las mujeres.
Todo esto fue un choque muy fuerte para tanta gente sencilla, alejada de la capital. Gente que la daba más valor a la palabra empeñada que al dinero mismo.
Choque fuerte y difícil de imaginar.
Los niños, en forma bulliciosa y desordenada, por otro lado, buscaban a un hombre que había vencido a los tigres en la selva. Nadie entendía nada. Cuando esa inquietud llegó a oídos de los actores, ellos le indicaron "al temible" de la selva.
Pobres niños, pobre fantasía. El vencedor de cuatro tigres, el que rescató a la hermosa joven extraviada en la selva era un hombre que aún estaba en proyecto. Un metro cuarenta, de unos cincuenta y cinco kilos de peso, con una avanzada calvicie y con un tic muy visible en uno de sus ojos producto del viaje tan largo y cansador.
Don Alberto, en su calidad de director, dio la bienvenida a los actores y estrellas de los receptores "Grundig o Telefunquen" y uno nacional : "Erre - sea - Víctor" como les llamaba la gente.
Tuvo que disimular muy bien el encanto y desencanto de conocer cara a cara a sus invitados de honor.
El inspector, lo encaminó hacia el director del elenco e intercambiaron los saludos de rigor con un apretón de manos un tanto nerviosos porque ambos algo presentían. Saludó, luego, uno por uno a los actores que habían llegado de Santiago quienes vestían de un riguroso color blanco.
Conoció al actor que encarnaría al Cholo Gatica y quedó impresionado. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Sintió, según lo que la gente había contado, que la voz de Mauricio Torres, el actor, correspondía al sonido que él tenía en su imaginación.
¡Hombre, que bien te ves!
¿Sigues trabajando para mejorar y hacer feliz a los demás?
Ésa era la típica pregunta que el Cholo Gatica hacía al saludar, y que formaba parte de todo saludo de cualquier maturanense.
¡Sí!...¡Sí! - respondió el director.
¡Ese es mi lema y propósito diario! – explicó sacudiendo la manga derecha de su vestón - ¡ser mejor, servir mejor, enseñar mejor a mis alumnos!
¡Vaya! - exclamó, volviendo a la realidad y mirando fíjamente al actor.
¡Usted me hizo responder como si el mismísimo Cholo Gatica me hubiese formulado la pregunta! Ambos lanzaron al aire una risa nerviosa como tratando de expulsar la tensión y nerviosismo que sentían,.
Una mano en su hombro derecho lo sobresaltó sobremanera. Era la mano de Ana María Aguirre, la profesora de matemática quien le dijo:
¡Llegaron las autoridades, señor director!
Se despidió gentilmente de Mauricio Torres y salió de la sala de la profesora de historia, especialmente habilitada para que los actores se prepararan, y fue a saludar a las autoridades que estaban a punto de ingresar por la puerta principal del colegio.
Les saludó cumpliendo con el protocolo que la ocasión exigía.
A la hora prevista, le correspondió iniciar el acto con un discurso muy sentido el que fue aplaudido por largos minutos. El director era una persona muy querida por la gente de Maturana pues, él fue uno de los principales promotores de poner en escena parte de la vida de don Cholo Gatica.
El balance de toda la actividad relacionada con el nuevo aniversario de la escuela, de la asistencia de los habitantes de Maturana y localidades vecinas, de la recaudación lograda fue muy favorable Esos eran algunos de los puntos que estaban en la tabla de la reunión extraordinaria de ese día martes 17 de diciembre, presidida por el Director de la escuela junto al Centro General de Padres en pleno, vecinos y autoridades especialmente invitados para esa ocasión.
La reunión estaba por terminar, cuando la presidente del Cuarto básico, doña Leonor, tomó la palabra diciendo en voz baja y tímida:
¡Señor director! ¿Usted hablará con el director de la obra, verdad?
¿Sobre qué? - preguntó el director un poco confundido por la pregunta.
Es, en relación al hijo fuera del matrimonio que don Cholo Gatica tuvo en el bajo del río. Nos gustaría que aclarara bien la historia porque, a decir verdad, ¿de dónde sacó ese caballero que don Cholo Gatica le había sido infiel a doña Hemerinda? ¿De dónde sacó la información, que el hijo de don Cholo Gatica fue el Traga - Traga que mató a cinco mujeres?... ¡A cinco mujeres!....¡Cinco! ¿Recuerdan bien? - preguntó dirigiéndose a todos los apoderados, profesores e invitados.
¡Señora Leonor! - interrumpió don Alberto, ordenando sus papeles sobre la mesa y cruzando sus piernas para darse tiempo para responder - eso que se dijo en la obra de teatro es algo que se investigó muy bien... ¿Le quita algo a Don Cholo Gatica lo que se dijo acerca de su romance con doña Hemerinda (don Alberto, a propósito, le dio más importancia al romance e infidelidad de don Cholo Gatica que a lo que había realizado su hijo fuera del matrimonio...)
Su pregunta fue envuelta en un silencio muy tenso, todos tenían su vista fija en él. Le miraban y miraban a doña Leonor como tratando de transmitirle que siguiera con el tema que tanto les interesaba a ellos, pues no se atrevían a dar su opinión...
El silencio se prolongó más de lo que cualquier persona podría soportar en una situación similar.
El director, como todos los que allí estaban, sabía que desde el domingo la leyenda ya no era tan leyenda. Que difícil situación. No podían mentirse unos a otros porque todos sentían en el silencio lo mismo.
De la noche a la mañana el gran Cholo Gatica se había convertido en el padre del Traga-Traga, un asesino a quien fusilaron frente a la plaza ante casi todo Maturana. Incluso, algunos dicen que sigue penando por las calles oscuras del pueblo.
Él, se sentía como todos, tremendamente consternado porque en la escuela ese lunes 16 de diciembre, no se respetó el tradicional minuto de silencio solicitado a los niños.
Se sentían culpables que el diario local "El Maturana Informa", en su circulación habitual de ese día lunes 16, apareciera con un gran titular :
"TRAGA - TRAGA EL ASESINO, HIJO DEL CHOLO GATICA"
Se sentían tristes y vacíos porque, el tema en el pueblo no era la gran jornada, no era los artistas invitados. El tema de toda conversación era, el olvidado Traga- Traga.
El punto no era el romance que existió entre el Cholo Gatica con doña Hemerinda. Era que, el Traga Traga había sido hijo suyo.
Se sentían con un peso encima porque el diario "El Maturana Informa" escribió un extenso reportaje sobre la sangrienta y violenta vida del Traga Traga.
Se sentían responsables que, en la pequeña y olvidada "animita" del Traga Traga que estaba a un costado de la plaza, habían aparecido ese lunes 16 más de un centenar de velas como tratando de calmar la interrupción del descanso de un asesino.
En Maturana se había sepultado una leyenda de un hombre de bien y resucitado la de un asesino.
El prolongado y pesado silencio fue interrumpido por las palabras del director que se había puesto de pie.
¡No hagamos caso a lo que dicen por ahí ¡ – dijo con voz gruesa y pausada.-.
¡Que en nosotros siga viva la pregunta que hacía don Cholo Gatica!. Que esa pregunta nos impulse a mejorar, hacer crecer y prosperar a Maturana, a nuestra querida escuela y a nuestros alumnos.
"¿Sigues trabajando para mejorar y hacer feliz a los demás?"
Todos se despidieron con una extraña sensación. Sintieron que las últimas palabras del director cerraban un nuevo capítulo de la historia de la escuela, del pueblo de Maturana y de la leyenda del Cholo Gatica.
Les hizo sentir el peso de un ideal y no de una pregunta que se repetía como un formalismo...para recordar a alguien.
Tenía la consistencia de un gran ideal y desafío
"¿Sigues trabajando para mejorar y hacer feliz a los demás?"
Juan Esteban cerrando el libro, trató de "navegar" a través del tiempo. No podía imaginar un teléfono a magneto, aunque algo de ello había escuchado hablar a su abuelo. Una cosa no pudo comprender e imaginar a cabalidad: los radio - teatros.
Pensando en voz alta dijo –
¡Que aburrido debe haber sido vivir en esos tiempos!.
Levantándose de su cama, se acercó al computador y lo apagó.
Estiró sus brazos hacia el cielo dando un bostezo mayúsculo y, luego, con sus manos en la cintura reconoció lo cansado que estaba.
Se acercó a la ventana de su pieza y observó parte de la calle. Mirando a la gente que pasaba frente a su mirada perdida, llevó su mano derecha a la nuca y ordenando su pelo como si tratara de ordenar sus ideas, se preguntó:
¿Qué hago ahora? ¡Tengo lata!
Fue en esos momentos que su celular acusó una llamada. Era José Paulo quien lo invitaba a salir junto a Matías Ignacio para ir a casa de Valentina Belén.
¡Ya! – dijo entusiasmado – ¡La verdad es que estaba aburrido, tan aburrido que me puse a leer uno de esos libros para viejos que tiene mi papá..!
¡Me ducho y salgo de inmediato! – dijo a su amigo.
¡Oye! ¡José Paulo! – agregó en forma impulsiva Juan Esteban – una pregunta.... ¿Sigues trabajando para mejorar y hacer feliz a los demás?"
¿Qué? – preguntó su amigo - ¡Aló! ¡Aló!
Muy extrañado por la pregunta de Juan Esteban que había cortado la comunicación, José Paulo se preguntó :
¿Qué me habrá querido decir con "Sigues trabajando para mejorar y hacer feliz a los demás?
Cansado de "chatear" fue a curiosear en el librero que tenía su papá en un rincón del living de su casa.
Tomó un pequeño libro titulado "La leyenda del Cholo Gatica". En más de una ocasión - recuerda – vio a su papá leer ese libro. Lo abrió y se encontró con una nota escrita en caligrafía antigua. Sonrió. Era la letra de su papá y se podía leer lo siguiente: "un recuerdo de Carlos Hernández, compañero de trabajo. Viña del Mar 1962".
Volvió a su pieza y sentándose nuevamente frente a su computador, siguió escuchando al grupo Limp Bizkit que tocaba el tema "Nookie". Recuerda que se lo regaló su papá para su cumpleaños. Era el primer regalo en el cual su papá "gastó tiempo" en investigar cuál grupo le gustaba más y cuáles eran sus temas preferidos. Pensaba que, entre el computador de última generación que le había regalado y el disco compacto del grupo Limp Bizkit, valía para él, mucho más, el disco que había insertado en el computador.
Se recostó en su cama, sin antes ordenar un poco la ropa que tenía sobre ella, y comenzó con la lectura.
I
Don Felipe es un hombre muy recordado. En su pueblo es una leyenda viva.
Cada noche de un año nuevo, se habla y se hace un brindis en memoria de don Felipe, el Cholo Gatica. Le decían " cholo " porque era de piel muy oscura.
Cuando se cumple un nuevo aniversario del gran incendio del año 1890, se termina hablando del Cholo Gatica, de sus discursos, de sus campañas de solidaridad que realizó para los más afectados.
Fue muy cierto que se repartió todo lo que se logró recolectar: techumbre, frazadas, cocinas y las típicas cosas que la gente entrega para esas ocasiones y, aprovecha de deshacerse de todo lo que no usa, o de todo lo que hace pequeño el ropero del dormitorio de los niños o el " cuarto " de afuera.
Fue muy cierto, que el Cholo Gatica fue el más celoso y estricto en la entrega de las donaciones. Fue muy cierto, que cuando ya habían terminado de entregar todo lo recolectado, Él buscó y buscó su parte, porque su pequeña casa - que había ampliado para que durmieran mejor sus dos hijos - se había incendiado en parte y algo alcanzó a salvar.
Fue muy cierto que a él nada le tocó. Fue muy cierto que su señora, doña Herminia se enojó muchísimo y que lo dejó durmiendo en el patio, en una carpa de campaña, durante casi una semana.
Nadie - a propósito de doña Herminia - sabe por qué se fue de casa un día de madrugada y lluvia. Dicen que se fue con don Bartolo que venía de afuera a vender ropa y perfumes, quien nunca más vino a Maturana a vender y cobrar los créditos que le debían.
Cuando se celebra el 18 de septiembre, se termina haciendo un brindis por el Cholo Gatica. Se comenta que fue él quien armó la primera ramada del pueblo. Que fue a él, a quien se le dio vuelta el cacho de chicha sobre los generosos y desarmados pechos de doña Tita, la esposa del Alcalde.
Cuando comienza el campeonato "de Campeones", a estadio lleno, antes del pitazo inicial, se recuerda al Cholo Gatica que, según dicen, se consiguió una buena semilla, que sembró solo toda la cancha, que " paró " los arcos con madera donada por las monjitas de la Caridad.
Todos los años al iniciar el campeonato, donde viene mucha gente de comunas vecinas, se recuerda al Cholo Gatica con un minuto de silencio, donde también se tributa honor a la memoria de Saúl y Humberto, sus dos hijos que pertenecieron a la división de honor del equipo "Los victoriosos" de Maturana. Ellos fallecieron en año 50 trágicamente al volcar el tractor que uno de ellos conducía en estado de ebriedad. No queda nadie como testigo de todo ello, salvo un nieto solterón y alcohólico de unos 52 años. Él, por así decirlo, garantiza en parte la leyenda, guardando celosamente las fotos amarillas de su abuelo, que luce con mucho orgullo colgadas en el living de su casa.
Cuando suenan las campanas de la Parroquia San Felipe Neri - en honor a un santo italiano - para llamar a la misa de las doce, la gente se santigua recordando al Cholo Gatica que se consiguió la campana en una maestranza de ferrocarriles en la capital. Y, mirando la torre del campanario, todavía se preguntan cómo pudo quedar vivo después de caer de una altura de mas de 15 metros arrastrando vigas y andamios.
II
La escuela "Libro Abierto" tiene dos patios: el primero, conserva un trozo de muralla de adobe que - al igual que en Maipú se conservan un par de paredes del antiguo templo con olor a patria vieja, a los hermanos Carrera, Manuel Rodríguez, O'Higgins, San Martín - sostiene entre paja y barro una placa de bronce donde se puede leer lo siguiente:
"Felipe Estalisnao Gatica Cuenquén
fundador y benefactor de la primera escuela de
Maturana Libro abierto"
( 1860 - 1930).
El segundo patio, llamado el patio de los llorones, tiene casi al fondo un busto con su rostro muy trabajado en bronce y pintado de negro.
Con insolencia histórica pero, con verdad tomada de la leyenda, bajo su busto hay un recordatorio que reza así:
"En homenaje al Cholo Gatica,
Fundador y benefactor de la escuela Libro Abierto"
"Sus hijos y nieto. Maturana marzo de 1931"
El Cholo Gatica era pampino de nacimiento. Había nacido en una de esas casas añosas de madera noble de las salitreras.
Era muy bueno para caminar, ejercicio que había realizado desde pequeño junto a su abuela que lo crió hasta que fue sepultada en un cementerio de un cerro de Mamiña. Allí estaban sus raíces.
Sus padres también habían nacido y descansaban en el cementerio ubicado en el cerro del Inca de esa quebrada silenciosa y aislada entre montañas y desierto a varias horas de Pozo al Monte.
El Cholo Gatica era de estatura baja, de un metro y cincuenta y cinco centímetros aproximadamente, de contextura gruesa, piernas cortas y musculosas. Sus brazos eran un par de tenazas y sus manos no guardaban relación con el resto de su cuerpo por lo grandes y gruesas que eran.
Maturana toda recordaba que el Cholo Gatica decía de sus manos mirándolas con cariño y orgullo: "mis manos son como el salitre, generosas, ayudan a florecer y crecer y son para dar vida"
Según dicen, su mirada era muy fuerte. Bajo esas cejas muy pobladas y tiesas pestañas había dos ojos negros, pequeños pero que, al enfrentarlos era como mirar directo al sol tras salir de una pieza oscura.
Dicen, además, que su voz ronca y gruesa era escuchada a dos cuadras cuando se enojaba y a seis cuando se reía.
Dicen que era un hombre pícaro, enamorado, de pocas pero sabias palabras.
Dicen que nunca le vieron borracho. Él invitaba y hacía tomar a los demás para pedirles un favor o empeñar la palabra de algún vecino incauto antes que cayera de tanto tomar, en la calle. Dicen que así conseguía dinero para algunas obras sociales. Dicen que nunca se quedó con algo de dinero para él.
III
Hoy, la escuela de Maturana celebra un aniversario más de su fundación e historia. Tiene 128 alumnos en total. Una matrícula más generosa que años anteriores ya que su fama, por la calidad de la educación, traspasó los límites geográficos del pueblo de Maturana.
Hay gran expectación porque vienen de Santiago unos artistas que se escuchan por la radio.
Los maturanenses, son desde hace tres años muy entusiastas de los radio teatros. Junto a un receptor se reúnen hasta veinte personas para escuchar las radio-novelas que son un gran deleite y motivo de conversación para todo el día siguiente. Lo que se llevó el viento, la tercera oreja eran los preferidos.
Nadie sabe si la expectación es por los artistas que solo eran conocidos por su voz y por los papeles que les correspondía leer o por la obra que ellos representarían arriba en un escenario adornado con muchas luces, flores, cortinas, cuadros y arreglos que fueron especialmente mandados a confeccionar con más de dos meses de anticipación en un sector de la estación Mapocho.
El Cholo se haría presente en la escuela "Libro Abierto" de Maturana, donde siempre y en cada acto solemne se decía que había sido fundada por él, para que fuera cuna de los hombres de bien, de los trabajadores, los profesionales, los curas, las monjas, los políticos, los presidentes de la república y mucho más.
"El regreso del Cholo Gatica" anunciaba un tremendo lienzo colgado entre los árboles de la frondosa plaza.
Si en ese momento hubiese asistido un periodista con gran espíritu crítico y de análisis del comportamiento de la gente, seguramente habría tenido un gran desafío y tarea. ¿Sobre qué basaría su reportaje? ¿Sobre la ansiedad y expectación de la gente por conocer los rostros de sus "ídolos" del receptor? o ¿sobre el nerviosismo y orgullo de poder ver actuar a los artistas representando la vida del Cholo Gatica?
La gente estaba dividida. Unos querían ver y conversar de cerca con los "locutores" y artistas y disputaban el lugar para poder verlos. Otros querían que el tiempo pasara rápido, muy rápido para gozar de la obra de teatro. Esos, son los que están sentados guardando celosamente el lugar para su amiga(o) o pariente.
El Director del colegio don Alberto Morales, a las 19 horas de ese sábado ya había estrujado tres pañuelos en sus nerviosas y ansiosas manos. Aún faltaban dos horas para el inicio del acto de aniversario y había problemas con la amplificación, porque un apoderado del Centro General de Padres había prometido unos equipos de primera y, a última hora avisó con su hijo que el contacto le había fallado.
Don Alberto entre carreras, llamadas telefónicas (después de varias vueltas a la manilla del magneto) e histeria dicen que prometió que Juanito Espinoza no sería admitido el próximo año en el colegio por culpa de su padre irresponsable que prometió aparatosamente y se excusó en forma silenciosa sin dar la cara. Eso dicen.
Dicen que al saberse la noticia, doña Clara, la tesorera del Centro General de Padres, fue a la casa de Juan Espinoza y le gritó desde la puerta de calle que era un irresponsable, un fresco, cobarde y abusador con su niño, que era un tal por cual y muchas cosas más. Dicen que doña Elisa, la mujer de Juan salió con sus manos mojadas con lavaza y que ambas se tiraron de todo y, a viva voz. Eso dicen.
Todo esos sucesos se lo decían a don Alberto, el Director, que entre cuentos y trabajadas llamadas telefónicas consiguió con el Alcalde, Don Julio, un equipo de amplificación a última hora.
Se sentó agotado y gimiendo exclamó:
¡Todo por tu culpa Cholito Gatica!..
¿Cómo que por culpa de don Cholo Gatica, don Alberto? - preguntó escandalizada doña Teresa, una viejita flaca con un moño en la nuca que vestía un delantal azul y que sostenía nerviosamente una escoba en la mano derecha.
¡Mire, señor director! ¡Gracias a don Cholo somos lo que somos! Recuerde que usted se educó en la antigua escuela "Libro Abierto" ¿ya se olvidó de esos tiempos?
¡Calma! ¡Calma mujer! ¡Vete! ¡Anda a mirar cómo van los preparativos en la cocina para atender a los artistas y déjame solo! - respondió el director a quien nunca habían visto enojado.
Tras sentir que doña Teresa cerró la puerta de la oficina, se relajó en su sillón y cerró por unos instantes los ojos.
A su memoria volvieron los días lunes cuando era niño. Cursaba el sexto básico y se vio con pantalón corto y con suspensores. Su overol, café claro lleno de botones, colgando cuidadosamente en su brazo izquierdo. Con su mano derecha sostenía la pesada maleta de cuero llena de cuadernos y libros. Dentro - recordaba - tenía mas de 100 bolitas de barro bien pintadas y la "marraqueta" que su mamá le daba envuelta en una servilleta de género con su nombre bordado. Siempre comía pan con carne en los recreos. Recuerda lo aburrido que estaba de comer siempre lo mismo.
En la formación de todos los días, se ubicaba en el tercer lugar de la fila derecha, detrás de Franklin Luza su compañero de banco que ahora es cura en Iquique y, frente al Flores que es un empresario.
Cantaban la canción Nacional y después escuchaban un discurso repetidísimo de la señora Elcira "tarro" Araneda, la directora. Ella era dueña de un tremendo vozarrón, pedía un minuto de silencio por el eterno descanso de don Cholo Gatica y recordaba lo bueno que había sido y las cosas que había realizado en bien del colegio y de la gente.
¡Señor Director! ¡Jefe ¡Jefe! ¡Llegaron los actores que faltaban y la amplificación está lista...!
Señor Director ¿Me escuchó?
Gilberto Carrasco, el inspector, se acercó con sus ojos bien abiertos, sostenía bajo el brazo derecho una carpeta llena de hojas desordenadas con el guión de la ceremonia. Le tocó suavemente el hombro izquierdo despertando al cansado director.
¡Don Alberto! ¿Qué le pasó? - preguntó alarmado el inspector.
¡Nada! ¡Nada! ¡Estaba recordando tiempos idos y me quedé dormido!
¡Santo Dios! ¿Qué hora es? - preguntó ya posesionado de las dimensiones espacio y tiempo.
¡Son las 19:30 horas don Alberto! - respondió el inspector.
¡Don Alberto! – continuó con la información el inspector - ¡Llegaron los actores que faltaban y la amplificación está lista!
¡Bien, bien! ¡Menos mal que el Cholo Gatica del cielo nos está ayudando! - suspiró más calmado el director.
Salieron de la oficina para recibir a los actores invitados, eran en total seis personas. Se impresionó ver el patio grande de la escuela totalmente colmado de gente. ¡ Es increíble la curiosidad de la gente! - Exclamó el director.
¡Increíble cuánto quieren y recuerdan al Cholo Gatica! – agregó el inspector con cierto tono de voz ida.
Muy pronto todos verían el fruto de un enorme esfuerzo. Entrevistas, testimonios, fotos, noticias rescatada de añosos diarios, una recopilación de cuentos y dichos del Cholo Gatica. Cuentos y dichos que toda la gente comenzaba de la siguiente manera : "Dicen que...". Se trabajó mucho en la recopilación, en los análisis y posterior selección. Un trabajo digno de destacar.
El comité que se nombró con mucha solemnidad en el salón de honor de la municipalidad, prestó juramento de buscar la verdad por sobre la leyenda. Juraron ante la presencia del padre Cristóbal.
Hoy, todo ese esfuerzo estaba a punto de salir en escena encarnado por voces famosas.
La gente mostraba su encanto o desencanto al mirar a los dueños de esas voces que inundaban los hogares y la imaginación tarde a tarde, día a día. Eran voces que acortaban las tardes lluviosas y las noches largas y tediosas de soledad.
Eran voces que unían a las familias, a los amigos. Voces que despertaban toda clase de sentimientos.
Lo interesante fue la reacción de los varones al conocer a la "dueña" de una voz dulce, dulcísima, que hacía imaginar a una mujer espectacular, hermosa, llena de dotes físicos. La dueña de esa voz dulce y cálida, era una mujer baja de unos cincuenta años y aproximadamente de unos ochenta kilos. Su cabeza compartía cabellos color negro y blanco.
Interesante, el tiempo que los varones tardaron en asumir la fantasía física que ellos habían creado.
Interesante el observar cómo, en las mujeres, se producía el mismo fenómeno.
Llamó la atención un gigantón que era el "dueño" de una voz de joven treintón. Debe haber pesado más de ciento veinte kilos repartidos en su metro noventa de estatura. Era dueño de una barriga muy desarrollada y de una calvicie muy avanzada. Era la voz del jovencito de todas las obras románticas. La voz del hombre que sufría o del hombre persuasivo, encantador, el que conquistaba y hacía sufrir, suspirar y soñar a las mujeres.
Todo esto fue un choque muy fuerte para tanta gente sencilla, alejada de la capital. Gente que la daba más valor a la palabra empeñada que al dinero mismo.
Choque fuerte y difícil de imaginar.
Los niños, en forma bulliciosa y desordenada, por otro lado, buscaban a un hombre que había vencido a los tigres en la selva. Nadie entendía nada. Cuando esa inquietud llegó a oídos de los actores, ellos le indicaron "al temible" de la selva.
Pobres niños, pobre fantasía. El vencedor de cuatro tigres, el que rescató a la hermosa joven extraviada en la selva era un hombre que aún estaba en proyecto. Un metro cuarenta, de unos cincuenta y cinco kilos de peso, con una avanzada calvicie y con un tic muy visible en uno de sus ojos producto del viaje tan largo y cansador.
Don Alberto, en su calidad de director, dio la bienvenida a los actores y estrellas de los receptores "Grundig o Telefunquen" y uno nacional : "Erre - sea - Víctor" como les llamaba la gente.
Tuvo que disimular muy bien el encanto y desencanto de conocer cara a cara a sus invitados de honor.
El inspector, lo encaminó hacia el director del elenco e intercambiaron los saludos de rigor con un apretón de manos un tanto nerviosos porque ambos algo presentían. Saludó, luego, uno por uno a los actores que habían llegado de Santiago quienes vestían de un riguroso color blanco.
Conoció al actor que encarnaría al Cholo Gatica y quedó impresionado. Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. Sintió, según lo que la gente había contado, que la voz de Mauricio Torres, el actor, correspondía al sonido que él tenía en su imaginación.
¡Hombre, que bien te ves!
¿Sigues trabajando para mejorar y hacer feliz a los demás?
Ésa era la típica pregunta que el Cholo Gatica hacía al saludar, y que formaba parte de todo saludo de cualquier maturanense.
¡Sí!...¡Sí! - respondió el director.
¡Ese es mi lema y propósito diario! – explicó sacudiendo la manga derecha de su vestón - ¡ser mejor, servir mejor, enseñar mejor a mis alumnos!
¡Vaya! - exclamó, volviendo a la realidad y mirando fíjamente al actor.
¡Usted me hizo responder como si el mismísimo Cholo Gatica me hubiese formulado la pregunta! Ambos lanzaron al aire una risa nerviosa como tratando de expulsar la tensión y nerviosismo que sentían,.
Una mano en su hombro derecho lo sobresaltó sobremanera. Era la mano de Ana María Aguirre, la profesora de matemática quien le dijo:
¡Llegaron las autoridades, señor director!
Se despidió gentilmente de Mauricio Torres y salió de la sala de la profesora de historia, especialmente habilitada para que los actores se prepararan, y fue a saludar a las autoridades que estaban a punto de ingresar por la puerta principal del colegio.
Les saludó cumpliendo con el protocolo que la ocasión exigía.
A la hora prevista, le correspondió iniciar el acto con un discurso muy sentido el que fue aplaudido por largos minutos. El director era una persona muy querida por la gente de Maturana pues, él fue uno de los principales promotores de poner en escena parte de la vida de don Cholo Gatica.
IV
El balance de toda la actividad relacionada con el nuevo aniversario de la escuela, de la asistencia de los habitantes de Maturana y localidades vecinas, de la recaudación lograda fue muy favorable Esos eran algunos de los puntos que estaban en la tabla de la reunión extraordinaria de ese día martes 17 de diciembre, presidida por el Director de la escuela junto al Centro General de Padres en pleno, vecinos y autoridades especialmente invitados para esa ocasión.
La reunión estaba por terminar, cuando la presidente del Cuarto básico, doña Leonor, tomó la palabra diciendo en voz baja y tímida:
¡Señor director! ¿Usted hablará con el director de la obra, verdad?
¿Sobre qué? - preguntó el director un poco confundido por la pregunta.
Es, en relación al hijo fuera del matrimonio que don Cholo Gatica tuvo en el bajo del río. Nos gustaría que aclarara bien la historia porque, a decir verdad, ¿de dónde sacó ese caballero que don Cholo Gatica le había sido infiel a doña Hemerinda? ¿De dónde sacó la información, que el hijo de don Cholo Gatica fue el Traga - Traga que mató a cinco mujeres?... ¡A cinco mujeres!....¡Cinco! ¿Recuerdan bien? - preguntó dirigiéndose a todos los apoderados, profesores e invitados.
¡Señora Leonor! - interrumpió don Alberto, ordenando sus papeles sobre la mesa y cruzando sus piernas para darse tiempo para responder - eso que se dijo en la obra de teatro es algo que se investigó muy bien... ¿Le quita algo a Don Cholo Gatica lo que se dijo acerca de su romance con doña Hemerinda (don Alberto, a propósito, le dio más importancia al romance e infidelidad de don Cholo Gatica que a lo que había realizado su hijo fuera del matrimonio...)
Su pregunta fue envuelta en un silencio muy tenso, todos tenían su vista fija en él. Le miraban y miraban a doña Leonor como tratando de transmitirle que siguiera con el tema que tanto les interesaba a ellos, pues no se atrevían a dar su opinión...
El silencio se prolongó más de lo que cualquier persona podría soportar en una situación similar.
El director, como todos los que allí estaban, sabía que desde el domingo la leyenda ya no era tan leyenda. Que difícil situación. No podían mentirse unos a otros porque todos sentían en el silencio lo mismo.
De la noche a la mañana el gran Cholo Gatica se había convertido en el padre del Traga-Traga, un asesino a quien fusilaron frente a la plaza ante casi todo Maturana. Incluso, algunos dicen que sigue penando por las calles oscuras del pueblo.
Él, se sentía como todos, tremendamente consternado porque en la escuela ese lunes 16 de diciembre, no se respetó el tradicional minuto de silencio solicitado a los niños.
Se sentían culpables que el diario local "El Maturana Informa", en su circulación habitual de ese día lunes 16, apareciera con un gran titular :
"TRAGA - TRAGA EL ASESINO, HIJO DEL CHOLO GATICA"
Se sentían tristes y vacíos porque, el tema en el pueblo no era la gran jornada, no era los artistas invitados. El tema de toda conversación era, el olvidado Traga- Traga.
El punto no era el romance que existió entre el Cholo Gatica con doña Hemerinda. Era que, el Traga Traga había sido hijo suyo.
Se sentían con un peso encima porque el diario "El Maturana Informa" escribió un extenso reportaje sobre la sangrienta y violenta vida del Traga Traga.
Se sentían responsables que, en la pequeña y olvidada "animita" del Traga Traga que estaba a un costado de la plaza, habían aparecido ese lunes 16 más de un centenar de velas como tratando de calmar la interrupción del descanso de un asesino.
En Maturana se había sepultado una leyenda de un hombre de bien y resucitado la de un asesino.
El prolongado y pesado silencio fue interrumpido por las palabras del director que se había puesto de pie.
¡No hagamos caso a lo que dicen por ahí ¡ – dijo con voz gruesa y pausada.-.
¡Que en nosotros siga viva la pregunta que hacía don Cholo Gatica!. Que esa pregunta nos impulse a mejorar, hacer crecer y prosperar a Maturana, a nuestra querida escuela y a nuestros alumnos.
"¿Sigues trabajando para mejorar y hacer feliz a los demás?"
Todos se despidieron con una extraña sensación. Sintieron que las últimas palabras del director cerraban un nuevo capítulo de la historia de la escuela, del pueblo de Maturana y de la leyenda del Cholo Gatica.
Les hizo sentir el peso de un ideal y no de una pregunta que se repetía como un formalismo...para recordar a alguien.
Tenía la consistencia de un gran ideal y desafío
"¿Sigues trabajando para mejorar y hacer feliz a los demás?"
V
Juan Esteban cerrando el libro, trató de "navegar" a través del tiempo. No podía imaginar un teléfono a magneto, aunque algo de ello había escuchado hablar a su abuelo. Una cosa no pudo comprender e imaginar a cabalidad: los radio - teatros.
Pensando en voz alta dijo –
¡Que aburrido debe haber sido vivir en esos tiempos!.
Levantándose de su cama, se acercó al computador y lo apagó.
Estiró sus brazos hacia el cielo dando un bostezo mayúsculo y, luego, con sus manos en la cintura reconoció lo cansado que estaba.
Se acercó a la ventana de su pieza y observó parte de la calle. Mirando a la gente que pasaba frente a su mirada perdida, llevó su mano derecha a la nuca y ordenando su pelo como si tratara de ordenar sus ideas, se preguntó:
¿Qué hago ahora? ¡Tengo lata!
Fue en esos momentos que su celular acusó una llamada. Era José Paulo quien lo invitaba a salir junto a Matías Ignacio para ir a casa de Valentina Belén.
¡Ya! – dijo entusiasmado – ¡La verdad es que estaba aburrido, tan aburrido que me puse a leer uno de esos libros para viejos que tiene mi papá..!
¡Me ducho y salgo de inmediato! – dijo a su amigo.
¡Oye! ¡José Paulo! – agregó en forma impulsiva Juan Esteban – una pregunta.... ¿Sigues trabajando para mejorar y hacer feliz a los demás?"
¿Qué? – preguntó su amigo - ¡Aló! ¡Aló!
Muy extrañado por la pregunta de Juan Esteban que había cortado la comunicación, José Paulo se preguntó :
¿Qué me habrá querido decir con "Sigues trabajando para mejorar y hacer feliz a los demás?
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